El mundo está atravesando uno de los períodos de cambios más frenéticos y volátiles de su historia y en consecuencia directa, las organizaciones necesitan adaptarse antes de que el mercado o la competencia escriban su epitafio.
Urge entonces la necesidad de contar con habilidades de agilidad, horizontalidad, creatividad, equipos de trabajo altamente colaborativos, con fronteras difusas y la capacidad de aliarse estratégicamente con clientes y proveedores desde una aproximación “ganar-ganar”,… suena conocido?.
A raíz de esto y con las mejores intenciones aparece la planificación de acciones de capacitación en todos los niveles y formatos, se invierte tiempo, dinero y expectativas con resultados a veces superficiales y al tiempo los hábitos vuelven a su antiguo cauce, con las mismas consecuencias, pero ahora incorporando la frustración personal y cultural derivando en frases como: “ya se intentó” o “aquí eso no funciona”.
La principal barrera hacia la construcción de este tipo de cultura, es el subyacente de modelos mentales que sostienen la identidad del Ser Líder. Los vestigios de un modelo asentado en el poder que otorga el conocimiento, la autoridad basada en la posición, las fronteras de la información y la incomodidad ante la cercanía personal, trazan la firma en el adn de los vínculos, las conversaciones, lo que se pone sobre la mesa y lo que se evita.
Para lograr este cambio de manera genuina y perdurable, es fundamental generar un nuevo y profundo entendimiento individual de lo que habita en cada uno como sustento del Ser Líder, identificar las premisas sobre las que se edifica para luego deconstruir lo automatizado y poder responder: Qué valores se sostienen detrás de estas premisas? respeto? pertenencia? reconocimiento? una vez puestos en palabra, lo próximo es poder encontrar nuevos significados y actitudes que reflejen los valores de manera ecológica con el ambiente y desafíos actuales.
Atravesar esta transformación personal implica caminar momentos de vacío que permitan la reconstrucción profunda de la identidad y el sentido de Ser Líder. Es decir, preguntarse sinceramente: “Si dejo de apalancar mi autoridad en la posición que ocupo, ¿qué haré para sentirme seguro de poder acompañar, influenciar o persuadir?”, “¿Cómo construyo junto con el otro un punto de observación diario que respete la mutua conveniencia en la toma de decisiones y la definición de objetivos?” y alcanzadas las respuestas, ponerse sin más con manos a la obra, dedicar tiempo y permitir que otros lo inviertan en este proceso.
El camino del Líder en este cambio se asemeja a la vieja historia de la transformación del águila, será preciso generar momentos de tranquilidad y atención para autoobservarse, despojarse de lo conocido e incorporar mejores maneras.